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Rectoría

Queridos estudiantes,

Al iniciarse este año escolar, quisiera yo que, aun cuando arrecia la tempestad, este mensaje llegue a ustedes y a sus padres como un llamado a la esperanza, un llamado a la alegría de vivir, un llamado a disfrutar de este momento en el cual su colegio les da la bienvenida a una nueva etapa en sus vidas, con el compromiso, respeto y cariño de siempre.

Quisiera yo también invitarles a reflexionar por un instante sobre esta tempestad, que llegó sin pronóstico alguno, y que nos dejó sin el lugar más preciado de un colegio – sus salas de clases. Esta tempestad que nos obligó a todos – a ustedes y a nosotros – a replantear, en un par de semanas, un nuevo modo de interacción académica a través de las nuevas tecnologías. No ha sido fácil este caminar; pero lo que importa hoy es que estamos aquí, que hemos llegado hasta aquí, y esto gracias al esfuerzo de sus profesores, gracias al compromiso de ustedes y gracias al apoyo de sus padres.

Yo quisiera también que, ante tanta incertidumbre que vivimos hoy, nos detengamos a contemplar lo que prevalece, lo que importa – el valor de la vida. El don de la vida con el cual Dios nos ha bendecido a todas y a todos.

Es en este punto donde quisiera detenerme por un breve instante. . . como colegio, tenemos la certeza de que, cada día, se les entrega todo lo que está en nuestras manos para hacer de ustedes personas de bien, personas de intelectualidad inquieta y diversa. Tenemos la certeza de que, con el correr del tiempo, cada una y cada uno de ustedes tomará el camino que les conducirá a la realización plena de sus proyectos de vida. Y es por esta razón, que hoy más que nunca queremos llamarles a proteger y velar por la vida, por sus vidas, por la de sus padres, por la de sus abuelos; queremos llamarles a convertirse en agentes de pro-vida en el “horizonte de la esperanza”, hacia el cual todas y todos caminamos hoy. No olviden que en las grandes catástrofes de la historia mundial, en los grandes desastres naturales de nuestro país sus bisabuelos, sus abuelos sobrevivieron a ellos porque se mantuvieron resilientes y agradecidos de estar vivos. Esto es lo que Dios espera de ustedes, de nosotros . . .

Qué Dios bendiga sus vidas y la de sus familias.

Con afecto sincero,

Miss Ivonne